Practiquemos una verdadera justicia

El origen del descontento de la sociedad existe cuando no se practica la justicia como una virtud fundamental que nos permita convivir en forma pacífica y armoniosa, ya que está orientada hacia el bien común y al respeto de la dignidad.

Podríamos decir que la justicia es una virtud y si no la administramos correctamente se vuelve en un vicio, lamentablemente este último término es el que vemos muy a menudo, ya que tenemos primero una justicia lenta que demora demasiado en resolver los casos, con leyes que no se adecuan a las necesidades de hoy en día; segundo, la formación de juristas no tiene una solidez ética, ya que muchas veces están también envueltos en actos de corrupción y eso hace la pérdida de credibilidad de los ciudadanos; tercero, no se aplica la ley correctamente, ya que vemos muchas personas que están en las cárceles sin recibir hasta el momento condena alguna y también observamos gente que ha cometido delitos en contra del Estado y que simplemente se encuentran en sus hogares gozando de una buena vida sin interesar el sufrimiento de la sociedad.

La justicia debe ser una cualidad moral que nos obligue a practicar las cosas justas dando a cada quién lo que le corresponde, desde un plano objetivo, solo mediante ella podremos practicar la igualdad donde todos tengamos las mismas oportunidades para tener una vida digna, entonces la justicia se convertirá en la verdadera sabiduría humana, por ello esta debe ser administrada por gente preparada, libre de intereses personales y con una objetividad que permita entender que las leyes son hecha para todos y tenemos la obligación de cumplirlas, y si no lo hacemos, aceptar las sanciones correspondientes.

Para alcanzar la verdadera felicidad y desarrollo debemos poner adelante la justicia, practicarla permanentemente en los hogares, en el colegio, en los trabajos y en general en toda la sociedad. Nuestra cultura tiene que cambiar, debemos acostumbrarnos a actuar con honradez, respeto y solidaridad, una sociedad contenta se da cuando hay una justicia sabia, que se convierte en un hábito y que tiene naturaleza racional, ya que ella debe provocarnos beneficios en nuestra convivencia social.