Monja abandona en una maleta los restos de su amiga muerta en Chile
Monja abandona en una maleta los restos de su amiga muerta en Chile
La religiosa podría enfrentarse a una pena de entre 61 y 541 días.
Un nuevo hallazgo conmocionó a los pobladores del barrio residencial de Santiago de Chile al visualizar un video donde muestra a una monja deshaciéndose del cuerpo sin vida de su amiga dejando sus restos en la calle al interior de una maleta.
La religiosa fue grabada por unas cámaras de seguridad llevando la maleta por la localidad de Ñuñoa, en Santiago de Chile. Más tarde, unos trabajadores avisaron a la policía de la existencia de una maleta “sospechosa” y, al acudir los agentes, descubrieron que dentro se encontraban los restos de una persona fallecida.
La mujer fallecida y la investigada eran amigas, ambas religiosas. Al parecer, llegaron a una especie de “pacto religioso” en el que acordaron no denunciar nunca la muerte de la otra y mantener en el domicilio los restos en caso de fallecimiento.
El jefe de la Brigada de Homicidios Metropolitana, Juan Fonseca, explicó que la fallecida arrastraba una fuerte dolencia y fue su amiga, de 80 años, quien se encargó de cuidarla en sus últimos días.
«Esta persona hace un pacto con esta persona que fallece hace un año atrás y la mantiene en el lugar por el cariño que le tenía. Ellas mantenían una amistad. Ella manifiesta que le tenía mucho cariño y que habían hecho un compromiso entre las dos de que ninguna se iba a denunciar si fallecían», dijo Fonseca.
Según fuentes de la Fiscalía, el cuerpo de la mujer fallecida no presentaba signos de violencia, por lo que sostienen que se trató de una muerte natural sin participación de terceras personas.
Junto al cadáver, los agentes también hallaron un bolso con un documento de identidad que, a falta de confirmación oficial, pertenecería a la mujer fallecida, tal y como explicó el jefe de la Brigada de Homicidios Metropolitana.
La religiosa no quedó detenida pero podría enfrentarse a una pena de entre 61 y 541 días.
Medios de prensa locales afirman que las mujeres no pertenecían a una congregación religiosa formal, sino que eran «laicas consagradas» que aspiraban a vivir una vida de claustro.
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