El ejército de Israel presiona a Netanyahu para lanzar la invasión terrestre de Gaza

El malestar del ejército israelí con Benjamín Netanyahu ?transmitido a través de filtraciones a medios locales? por retrasar la anunciada invasión de Gaza ha llegado al punto de obligarles este lunes a emitir un inusual desmentido conjunto.

Las presiones diplomáticas, las negociaciones sobre los rehenes y sobre la entrada de ayuda humanitaria, y el riesgo de desencadenar una guerra regional vienen aplazando una operación terrestre que lleva días anunciada como inminente y preparada en lo militar.

Al final de una jornada de informaciones sobre la pérdida de paciencia en las Fuerzas Armadas, con las reticencias de Netanyahu a dar la luz verde definitiva, él; su ministro de Defensa, Yoav Gallant, y la portavocía militar han difundido un comunicado en el que aseguran “trabajar juntos en estrecha cooperación, y sin descanso, en pos de la victoria total de Israel sobre Hamás”.

Mientras, el ejército bombardea Gaza desde el aire cada vez con más fuerza y Hamás anuncia la liberación de otras dos rehenes. Esto último ha sido confirmado por el Comité Internacional de la Cruz Roja.

“Atacamos todo el tiempo”, ha señalado el portavoz militar, Daniel Hagari, en una comparecencia ante la prensa. Según los datos del Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás, 436 personas han muerto en las últimas 24 horas en los ataques aéreos más contundentes en la Franja en décadas.

Equivalen, en un día, a casi un tercio de todas las víctimas mortales palestinas que dejó la ofensiva Plomo Fundido (2008-2009) en tres semanas y a un quinto de las de Escudo Protector (2014) en mes y medio. La cifra total de muertos en Gaza ha superado este lunes los 5.000, de los que unos 2.000 son menores de edad.

El Ejército ha dado cuenta de bombardeos sobre “320 objetivos militares”, entre ellos un túnel con milicianos de Hamás. El sur de la Franja ha resultado particularmente castigado. Es la zona a la que el Ejército israelí ordenó evacuar a más de un millón de residentes en el norte.

Unos 700.000 han seguido la instrucción, según estimaciones de Naciones Unidas. Los cientos de miles que se han quedado en el norte “podrían ser identificados como cómplices de organización terrorista”, según han advertido las Fuerzas Armadas en los panfletos que han enviado a los móviles de la zona y lanzado desde el aire en la capital.

El portavoz ha señalado que la entrada de ayuda humanitaria al sur de Gaza desde Egipto, iniciada el sábado tras días de negociaciones, permitirá que “se queden ahí” tanto los ya desplazados como los que acaben siéndolo “en las próximas fases de la guerra”.

También ha desvelado que el segundo convoy de ayuda humanitaria (14 camiones con comida, agua y medicamentos, el domingo) fue inspeccionado por personal militar israelí, a diferencia del primero. Israel y Estados Unidos han advertido de que impedirán la entrada de ayuda a través del paso de Rafah ?que no incluye combustible y solo se puede repartir en el sur? si algún paquete “acaba en manos de Hamás”, el movimiento islamista que gobierna la Franja.

Con vistas a esa próxima fase, ya se han intensificado los enfrentamientos entre tropas y milicianos dentro de Gaza. En los primeros días, los soldados penetraban un poco, sobre todo para recoger pistas sobre los rehenes (222, según la cifra actualizada este lunes). Últimamente, efectúan incursiones “profundas” en las que “matan células de terroristas que se preparan para nuestra próxima fase en la guerra”, ha señalado el portavoz. Es decir, de milicianos apostados para repeler la invasión.

En un comunicado, el brazo armado de Hamás, las Brigadas de Ezzedin Al Qasam, ha clamado victoria en uno de esos enfrentamientos: “Nuestros luchadores entablaron combate con la fuerza infiltrada, destruyendo dos bulldozers y un tanque, y forzando a la fuerza a retirarse”.

Las incursiones y la destrucción completa de edificios cercanos a la barrera fronteriza apuntan a que la estrategia israelí es limpiar la zona tanto de hombres armados como de aquellos lugares donde puedan esconderse como francotiradores.

La “próxima fase” aún no ha llegado, pero la actual expande cada día más el conflicto. Los enfrentamientos en la frontera libanesa, sobre todo con Hezbolá, han crecido de frecuencia e intensidad hasta desplazar ya en Líbano cerca de 20.000 personas, según datos de Naciones Unidas. Israel evacúa desde hace días a hoteles a decenas de miles de habitantes de la zona.

La milicia libanesa lleva ya 27 muertos, entre ellos dos células que pretendían lanzar misiles antitanques y cohetes.

Según el diario The New York Times, Estados Unidos pide más tiempo para poner en marcha la invasión, que es en realidad solo la primera fase del plan israelí para derrocar a Hamás, quedarse unos meses a acabar con los reductos de resistencia armada y deshacerse de su administración civil sin crear un vacío de poder.

El Gobierno y algunos parlamentarios estadounidenses tratan de arañar el mayor tiempo posible antes de que los soldados israelíes crucen la frontera de Gaza. “Hay tantos factores en juego que precipitarse en esto probablemente no sea lo más sensato”, declaraba el senador Jack Reed, presidente del comité de las Fuerzas Armadas de la Cámara Alta, al diario The New York Times desde El Cairo.

Por un lado, Washington quiere permitir antes la entrada de ayuda humanitaria en Gaza y tratar de liberar al menos a parte de los rehenes, después del éxito logrado la semana pasada con la entrega por Hamás de Judith y Nathalie Ranaan, madre e hija estadounidenses. Abu Obeida, el portavoz del brazo militar del grupo armado islamista, ha anunciado este lunes la liberación “por razones humanitarias” de otras dos: las ancianas israelíes Nurit Yitzhak y Yochved Lifshitz.

El Comité Internacional de la Cruz Roja lo ha confirmado en un mensaje en X (antes Twitter). Por otro, pretende atar todos los cabos de las posibles “ramificaciones y secuencias” ?como se conoce en lenguaje militar? del plan de batalla israelí: a dónde puede llevar cada paso que den las fuerzas israelíes y qué ocurrirá en los días posteriores.

Fuente: El País