(Miércoles 27/09/2023).- Con solo dos décadas de labor magisterial enfocada en revalorar las lenguas maternas e incentivar la educación intercultural bilingüe, Miriam Felicitas Cabezas Flores (44) es una de las maestras más jóvenes que recibe las Palmas Magisteriales, el reconocimiento honorífico que entrega el Estado a través del Ministerio de Educación (Minedu) a los mejores docentes del país.Natural del distrito de Talavera, provincia de Andahuaylas, Apurímac, Miriam Cabezas ha hecho grandes aportes para promover y conservar la cultura, idiomas y costumbres de los pueblos originarios y, además, es autora de una serie de libros en quechua chanka y coautora de publicaciones de organizaciones como USAID, Kallpa y Save the Children.En el año 2002, luego de obtener el título de docente de educación primaria, multigrado, bilingüe y rural, comenzó su periplo como educadora y recorrió diversas escuelas de zonas rurales de Apurímac hasta que en el 2018 fue nombrada directora de la institución educativa multigrado N° 55006 – 11 de la comunidad Santiago Pata del distrito de Huancaray, un pintoresco poblado enclavado en las montañas al que se accede por una trocha carrozable.“Al terminar el colegio decidí estudiar Pedagogía. Mi familia cuestionó esa determinación, pero, a pesar de todo, seguí adelante y no me equivoqué. Cuando me gradué, poco a poco fui obteniendo reconocimientos porque me dediqué de lleno a mi pasión y me siento feliz por todo lo que he logrado hasta el momento”, refiere.La maestra trabajó ocho años como docente contratada en diversas escuelitas de los distritos de Talavera y San Antonio de Cachi, así como en las comunidades andinas de Huarataca, Tapaya y Flor de Yunca de Andahuaylas, donde perfeccionó su nivel de quechua chanka e impulsó una serie de actividades educativas y culturales para revalorar su lengua materna.En el 2010 obtuvo su nombramiento como docente en la IE N° 54502 de Huantana, en el distrito de San Antonio de Cachi, y a lo largo de 7 años impulsó el enfoque intercultural e interactuó con los escolares y padres de familia para revalorar la cultura de las comunidades, los idiomas nativos y sus costumbres, lo que facilitó el proceso de enseñanza y aprendizaje.“Utilicé los juegos tradicionales y ancestrales para incentivar el interés por la lectura en los niños, sus padres y también entre los docentes, y ahora todos los niños de primer y segundo grado de la escuela de Santiago Pata aprenden a leer y escribir en quechua chanka y en castellano”, relata.Además de enseñar, también ha logrado construir infraestructura educativa de material rústico con ayuda de los padres de familia y la colaboración de amigos y familiares. Su última obra es la construcción, mediante la minka o trabajo comunitario, de tres salones para los alumnos de la escuelita de Santiago Pata.En el 2017 fue premiada como “La maestra que deja huella” por desarrollar la iniciativa “Ñawinchasun” (“Vamos a leer”) en quechua. Esta estrategia le sirvió para integrar la educación intercultural entre los escolares a través de actividades lúdicas, círculos de interaprendizaje para el conocimiento fonémico y la escritura, así como actividades recreativas que ayudaron a promover la lectura.Durante el aislamiento por la pandemia del COVID-19, pudo superar dificultades y la incomunicación a través de aplicativos digitales como WhatsApp y la estrategia “Aprendo en casa” por radio y dinamizó la iniciativa “Ñawinchasun” para llevar libros a los escolares. “Muchos padres de familia tuvieron que vender sus animales para adquirir celulares y así colaborar en la educación de sus hijos”, refiere.Miriam Cabezas tiene una maestría en Docencia Universitaria y Gestión Educativa con especialización en Evaluación y Monitoreo en el campo educativo a nivel primaria. A lo largo de su trayectoria profesional obtuvo reconocimientos de municipios distritales y provinciales, destacó en el X Concurso Nacional de Buenas Prácticas Docentes y fue galardonada en el concurso “Escritores arguedianos del Bicentenario”.